Como ya se ha comentado, las señales en diseño se remiten siempre a las funciones prácticas de un producto, es decir, visualizan sus funciones técnicas o explican su manejo.
El estudio de las funciones indicativas pertenece al repertorio “clásico” del diseño, como Hans Gugelot expuso ya a principios de los sesenta. En realidad el estudio de este tema comienza con Platón, que reconocía una “capacidad innata” en todo objeto, y esto implicaba la necesidad de comprender la esencia de un objeto para poder definir su significado especial.
La tradición del “Buen Diseño” es inimaginable sin las funciones indicativas, aun cuando éstas no siempre estuvieran establecidas, o no fueran perceptibles. De ahí que, por razones didácticas, las colecciones de productos de el Buen Diseño industrial de Hannover, así como la selección anual del Design Center de Stuttgart, sean un buen ejemplo para una indagación de señales logradas y malogradas. Tal vez sea ésta, incluso, la esencia verdadera de estos actos.
En la Escuela Superior de Diseño de Offenbach, en los años setenta tuvo lugar una renovación sistemática de las funciones indicativas en la base de métodos del conocimiento de las ciencias filosóficas gracias a los estudios de Richard Fischer (1975, 1978). Este mismo junto a Gerda Mikosch, hizo una vasta presentación de las funciones indicativas en el año 1984. Los ejemplos posteriores se fundamentan en esencia en estas publicaciones.
Sven Hesselgreen (1980) ha publicado una investigación de ios campos de la arquitectura y del diseño, en la que llegaba a conclusiones parecidas. A mi modo de ver, las referencias aparecidas en la literatura del diseño en la antigua República Democrática de Alemania sobre el tema de las funciones indicativas no carecen de importancia. Günther Feuerstein (1981), en una revisión histórica sobre el tema “Signos y señales” ha mostrado el desarrollo de una semiótica del aparato, en la que el significado de los productos estipula el principio creativo prioritario: “No oponemos resistencia al aparato con ánimo de asaltarlo o destruirlo, sino, al contrario, para señalarlo como objeto estético: se trata de un fenómeno de ‘estética interpretativa'”.
La estrecha relación existente entre el diseño de la antigua República Democrática de Alemania y la tradición del funcionalismo se hizo manifiesta en un artículo de Horst Oehlke (1982), en el que describía la visualización de las funciones de un producto como una tarea funcionalista del modo de crear. La dialéctica entre las funciones del producto y su aspecto externo se presentaba como el tema central del diseño en los años ochenta.
Marko Berger y Hans-UIrich Werchan (1988) informaron desde un punto de vista didáctico de sus experiencias en la Escuela Superior de Diseño Industrial de Halle en Burg Giebi- chenstein. Intentaron sensibilizar a los estudiantes en este tema facilitándoles indicios elementales en productos sencillos. Las interacciones entre materiales, construcción, manejo y rendimiento técnico eran también aspectos importantes de las funciones indicativas.
En el marco de la teoría del lenguaje del producto se puede describir mediante algunos ejemplos la transición de las funciones estético-formales a las funciones indicativas. Aquí se hace evidente que se puede generar un significado previsto mediante el uso de unas leyes de la forma, que existen independientemente de unos significados específicos. En la segunda parte de este capítulo se presentarán campos donde se emplean las funciones indicativas en forma de “precedentes”. Este método se ha demostrado especialmente oportuno en la aclaración y visualización de las funciones del lenguaje comunicativo del producto.
En la jurisprudencia se recurre a los precedentes como a ejemplos para sustentar un punto de vista en un caso concreto. Se procede por medio de un depuración progresiva de los precedentes. Esto trasladado al diseño significa que los precedentes no representan dogma alguno, sino que se pueden considerar como ayudas orientativas para el proyecto. Por una parte, son el producto de la destilación de las experiencias transmitidas y por otra parte, en un sentido hermenéutico, son también el esbozo mental de nuevos conceptos creativos.
De los atributos estético-formales del orden y la complejidad, derivaron (Fischer, 1978) una serie de ejemplos sencillos de señales, que pasamos a enumerar escuetamente.
Delimitación
El cuadro de mandos de un aparato puede ponerse especialmente de relieve por medio de superficies rehundidas, es decir, efectuando la delimitación del entorno a indicar.
Contraste
Se pueden crear señales mediante la generación de formas opuestas. La tecla se convierte en un elemento importante, ya que representa un contraste claro con el resto.
Estructuras superficiales
Contraste de superficies
Una superficie pensada para empuñar el objeto se puede visualizar mediante el tratamiento rugoso de este sector.
En un aparato se encuentran una serie de teclas con una separación uniforme entré ellas y que tienen la misma forma y el mismo color. El aparato ostenta por tanto un elevado orden estético-formal.
Formación de grupos
La formación de dos grupos distintos facilita el manejo y acrecienta la complejidad.
Contraste de colores
El empleo de contrastes de color o de intensidad puede reforzar todavía más el efecto anteriormente mencionado. Siguiendo algunos precedentes en la práctica del diseño, se pueden establecer categorías de señales que muestren las diferentes alternativas (Fischer y Mikosch, 1984). En el caso del diseño de un producto aislado, se debe prestar especial atención, además de a las funciones del lenguaje comunicativo del producto (estético-formales y simbólicas), al resto de las funciones del producto.
Orientación
En muchos productos (p.e., herramientas, aparatos electrodomésticos, lámparas, juegos electrónicos, aparatos de oficina, coches, etc.), se puede hacer uso de la orientación para visualizar su manejo. Esta orientación, por ejemplo hacia el usuario, puede llegar a influir en el concepto global del diseñoSolidez
El problema de la solidez de los productos pertenece realmente al campo de la estática. En muchos casos se llega a una solución técnica que ópticamente no es digna de la confianza del usuario.
Aquí la cuestión estriba en visualizar una buena solidez. Ésta viene determinada por tres aspectos: la posición del centro de gravedad, la acción de las diversas fuerzas y el tamaño de la base de apoyo. Estos puntos se pueden manifestar visualmente como señales.
Estabilidad
En este tema se trata igualmente de la puesta en práctica y representación de las señales de las leyes físicas y técnicas. La estabilidad estructural implica además de la fuerza de gravedad, otras relaciones de fuerzas, y se emplea sobre todo en productos técnicos como puentes, edificios, grúas, mástiles, naves industriales, aunque también en muebles, aparatos deportivos, herramientas, máquinas, etc.
Versatilidad y ajustabilidad
Los productos que han de satisfacer exigencias prácticas cambiantes, deben mostrar señales de versatilidad. Se trata también de poder fijar una nueva posición, es decir, de ajusfar el producto en una dirección determinada.
Las modificaciones de los productos pueden tener lugar de distinto modo, gradualmente o de forma continua. Existen tres direcciones de movimiento: radial (p.e., rótula), traslacional (p.e., telescopio) o radial-espacial (p.e., articulación esférica).
Manejo
Los elementos de mando son sólo problemas de detalle en el diseño de productos. En muchos casos -en concreto en los aparatos electrónicos- son no obstante el único lugar donde se verifica una relación hombre-objeto (aspecto “caja negra”). Los elementos de mando deberían indicar al usuario el modo de empleo del aparato y estar diseñados de forma tal que fuera visible su posibilidad de accionamiento (p.e., girar, deslizar, presionar, de aplicación fácil o difícil, con la yema del dedo o con toda la mano, etc.).
En este caso se trata de la visualizacion de las funciones prácticas reales, de hasta qué punto son exactos y hasta qué punto se ajustan determinados productos. Son características de la precisión, entre otras, la finura de las estructuras, lo aristado, las superficies perfectas, la claridad de líneas y bordes, el elevado orden estético-formal.
Relación con el cuerpo humano
Aquellos objetos que tienen un contacto prolongado con el usuario (asientos, asideros) requieren una minuciosa elaboración ergonómica. Por esta razón, es necesario visualizar con una configuración de señales la relación con el hombre. No se trata de acomodar el producto a una serie de condiciones antropométricas, sino de una alusión asociativa. El sillón “Sacco” (véase pág. 92) demostró que una adaptación con infinitas posibilidades no traía consigo necesariamente condiciones ergo- nómicas óptimas. En este caso el plano simbólico (el “saco” como distintivo de individualidad) era más importante que el diseño de señales.
La mayoría de las veces una ligera convexidad o, por conversión, una pequeña concavidad, una arista redondeada, etc., bastan para que el usuario visualice el manejo. La plancha se convierte en una herramienta mediante una asa con forma anatómica, el asiento de automóvil, como en los coches de carreras, explícita de manera clara su uso prolongado. La adopción de esta señal en los automóviles de serie revela la transición a las funciones simbólicas. El asiento de automóvil “Recaro” promete una conducción deportiva y llena de acción, dejando la comodidad en un segundo plano.
En este ejemplo se vuelve a hacer evidente que delimitar las funciones comunicativas del producto por separado a menudo es imposible o incluso carece de sentido. Es más razonable sopesar en el desarrollo de cada caso aislado qué señales quieren acentuarse de forma especial.
El ámbito de las funciones indicativas puede considerarse como el campo del conocimiento más seguro en el diseño. La ya larga experiencia de décadas de la producción industrial ha engendrado múltiples ejemplos de cómo, acertada o desacertadamente, se han de poner en juego las señales en el desarrollo del producto. Las funciones de señal permiten además de una visualizacion del manejo, una ponderación consciente de las diferentes funciones del producto. Richard Fischer (1984) ha descrito, tomando como ejemplo la pequeña cámara fotográfica Minox-EL-35 diseñada por él, cómo se expuso explícitaimente la idea “de bolsillo”, mientras que la referencia a la “precisión” y “rendimiento técnico” venían añadidos. El caso contrario es la cámara “Rollei” en la que tanto la “precisión” como el “rendimiento técnico” pasan a un primer plano. Entonces, se hace evidente que el diseño deliberado de señales sobrepasa el mero efecto indicativo y conduce en relación con otras funciones a un juicio global del producto mismo. Por tanto el ejemplo de ambas cámaras se extiende hasta el campo de las funciones simbólicas.
Los representantes del Nuevo Diseño han puesto en duda todas estas ideas, viéndolas imaginariamente como un anqui- losamiento en el principio del “Buen Diseño”. El movimiento “neomoderno” ha redescubierto el principio del estímulo creador, que se había perdido con la tendencia a la producción en masa. Si se entiende la percepción como un proceso dialéctico, el diseño de objetos de uso del futuro debería permitir medir hasta qué punto se evidencia en ellos mismos su empleo. Christian Bomgráber-uno de los promotores del Nuevo Diseño- ha dado una clara media vuelta en su opinión a este respecto. De este modo, en el marco de su iniciativa Designwerkstatt Berlin (taller de diseño), -una asociación de diseñadores jóvenes patrocinada y generosamente financiada por el senado de Berlín- surgieron unos prototipos realmente personalizados.
Las funciones indicativas acentúan el valor de uso de los productos para el comprador. El científico norteamericano Donald A. Norman llegó, partiendo de un contexto bien diferente -la psicología cognoscitiva- a un conocimiento convincente del entorno objetivo, el cual podía incluirse directamente en las funciones indicativas. Los fallos en la producción o en el uso de los productos no son atribuibles por tanto a la incapacidad humana, sino a un diseño insuficiente. Norman (1989) da una serie de consejos útiles a tener en cuenta a la hora de diseñar productos técnicos:
– Evidencia: el usuario puede percatarse, en un primer vistazo, en qué estado se encuentra el aparato y qué alternativas de uso ofrece.
– Un modelo conceptual adecuado: debe mostrar de cara al usuario una coherencia en la descripción del procedimiento de empleo y en sus efectos, así como un sistema congruente e inteligible.
– Good mappings: es posible definir las relaciones entre la manipulación y el resultado, dispositivos de manejo y sus efectos, y entre el estado del sistema y aquello que es visible.
– Feedback. el usuario recibe una información continua y completa del resultado de sus acciones.
Norman remite sobre todo a la “insidiosa plaga de las características de prestación -la tendencia a aumentar la cantidad de funciones que puede desempeñar un producto hasta la locura”. Este fenómeno se pone de manifiesto de forma creciente en los productos que contienen microprocesadores. En estos casos, con un gasto mínimo, se pueden incluir en el producto un número creciente de funciones sin sentido alguno e inútiles para el usuario. Este tema que rebasa el debate sobre los indicios se estudiará con mayor detalle en el apartado del diseño del interíace.